Manuel Calderón

Viajes de Autor

LOS SONIDOS DE LA NOCHE

ALBERGUES DEL CAMINO DE SANTIAGO

EXTREMADURA, CASTILLA Y LEÓN Y GALICIA

Mayo, primeros de junio de 2.022

A las cuatro de la madrugada, un hombre lobo, quebró mi sueño. Agucé el oído y, de la habitación de al lado, un ronquido, con la cadencia infinita de un aullido, inquietó la noche. A esas horas, en las que en los albergues, unos duermen más que otros, ciertos sonidos en la oscuridad, adquieren vida propia.

En los días que llevo caminando, he compartido habitación, con personas de muy distinta procedencia. En las vigilias, donde el sueño hace caso omiso a mis deseos, en lugar de violentarme, prefiero escuchar, interpretar los sonidos que pueblan la noche. Cada persona al dormir, cede su voluntad al sueño y, este, la incita a manifestarse sin control ni decoro. He visto corderos que, por la noche, se convierten en lobos. Osos que, con sus ronquidos, parecen susurrar una nana. Hay ronquidos violentos como un portazo y líquidos como un beso. Apasionados y deprimidos. Rítmicos y desafinados. Breves como un chasquido y eternos como un sollozo. En la mayoría de los casos, desconozco su procedencia, pero puedo asegurar, que no existen dos formas iguales de roncar.

Por la mañana, salí temprano de La Calzada de Valdunciel. A 2 kilómetros del pueblo, en un quiebro a la derecha, el camino siguió en perpendicular hasta la autovía A-66. Poco tiempo después, se ciñó a ella como una cremallera y siguió a su lado en paralelo hasta casi el final de la etapa.

En el albergue de El Cubo de Tierra del Vino, Filiberto, el hospitalero, me condujo a mi habitación. En ella había 5 camas, deduje que dos de ellas estaban ocupadas. Tenían ropa encima y una mochila a su lado. Probé las vacantes y me quedé con la que tenía el colchón más duro y silencioso. Después de ducharme, me tumbé en ella a descansar. En la habitación, entró un hombre oriental y se sentó en la cama de al lado. Me saludó y se presentó. Bromeando, me dijo que era de Corea del Norte. Yo le dije que si fuera de Corea del Norte, su líder supremo, no le hubiera dejado venir. Nos reímos, él más que yo, pues me inquietaba que durmiera a mi lado. Esta mañana, en el albergue de La Calzada, cuando salía de mi habitación para ir a lavarme, le vi salir, con su mochila, de la habitación de al lado.

Fotografías del Albergue de Fuenterrobles de Salvatierra, Salamanca.

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